Los peones sueñan, la clase más baja de la sociedad del ajedrez tiene sueños de gloria, ansían profundamente triunfar en la batalla. Y cuando apoyan su cabeza en la almohada tienen por sueño primero no estar condenados al andarivel recto del tablero, no estar condenados a no dar un paso atrás.

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Ansían plenamente ser una espléndida dama que se regodea por todo el tablero llena de piruetas, sueñan pisar sectores alejados de su salto inicial en largas carreras rectas o interminables diagonales que atraviesan el damero, sueñan dibujar saltos equinos de aquí para allá, con ese raro zigzag que solo a ellos les sale, sueñan ser el rey, al que se le permite pensar, repensar y dar pasos cortos hacia cualquiera de los 4 puntos cardinales.

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Cada noche nuestro peón, sueña que se devora el tablero entero visitando los casilleros más recónditos, y mientras los recorre va juntando fragmentos de sus sueños que le fulguran el alma guerrera del más valiente de los soñadores del tablero.